El alma escoge a los padres y a la familia donde va a nacer hasta 3 meses antes de la concepción
El ánima del bebé va y viene a su cuerpo físico a lo largo de los seis primeros meses. A partir del 6º mes el ánima del bebé continúa más tiempo en su cuerpo físico y menos fuera de este.
Para el bebé, para el ánima y su consciencia, cualquier ritmo de vida agobiante y estridente puede afectarle y provocarle rechazo en el momento de ocupar su cuerpo físico. Las almas sufren mucho al nacer, más que cuando mueren. El alumbramiento es un acto muy importante, respetuosísimo y precisa mucha paz, calma, armonía y amor. Los miedos a la hora del alumbramiento sólo provocan mal estar en el ánima que hasta el último instante sufre y tiene dudas de si nacer o bien no. El amor puro en el momento de la concepción es lo que va a hacer que el alma que asista sea de una vibración mayor. El amor en el hogar es lo que más nutre al bebé y lo llena de paz y calma. La estabilidad sensible de la mamá y de su ambiente es vital para que el ánima del bebé se sienta acogida y se desarrolle a gusto en su nuevo cuerpo físico.
“¡Hay que dejar de infantilizar a los que vienen! Hay que dirigirse a ellos con palabras que sean palabras y oraciones que parezcan frases; y además, con una grandeza de espíritu que no se convierta en tentativa de anexión de personalidad de recién nacido. Los padres deben sostener abierta su conciencia dejando de dirigirse a ellos con unos términos y unas ideas desfiguradas, atrofiadas. Si no lo hacen así les sobresaturan la conciencia de somníferos. Hay que ofrecer ternura… Sin olvidar una semilla de inteligencia. Con mucha frecuencia, por desgracia, los progenitores ahogan la irradiación mental de su hijo desde los primeros instantes puesto que no ven en él una personalidad que hay que encauzar y respetar, sino más bien una materia a modelar que les pertenece.
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¿Qué afirma la biblia?
Según afirma una de las escrituras de la biblia, Jeremías 1:5
“Antes de que te formase en el vientre de tu madre te conocí. Antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones”.
Esta escritura, así como otras muchas, dan testimonio para los fieles de que Dios nos conoce desde antes de nacer y de que hay una separación entre el cuerpo y el alma.
Creo que todas las mamás podemos percibir ese algo tan especial desde el instante en que nos enteremos que estamos esperando un bebé y, a veces, antes que esto pase. A lo mejor la ciencia y las religiones no tienen una respuesta unánime, pero todas las mamás sabemos que conocemos a esa personita desde antes del primer latido de su corazón.
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